© Maria Muiña |
Ayer fue un día muy duro para nosotras. Tuvimos un golpe fuerte de viento que pasó de 30 a 40 nudos, viramos de golpe, el piloto automático dejó de funcionar y llegó el caos. Cuando viramos, dos velas cayeron por la borda, lo que rompió los candeleros del barco. Estaba lloviendo y había grandes olas que dificultaban mucho las tareas a bordo, salimos rápidamente de la cabina para poder recoger las velas, pero no fue una tarea fácil ya que las condiciones climatológicas de lluvia y viento dificultaron mucho la maniobra. Ahora ya está todo ordenado en el interior del barco y ya hace rato que hemos recuperado el rumbo que llevábamos. El piloto automático ya vuelve a estar en condiciones y es nuestro gran aliado otra vez. ¿Qué haríamos sin él? No lo sé, es realmente un gran aliado.
Ahora ya he entrado en calor, pero cuándo pasó todo salí fuera sin chaqueta ni traje de agua, y ya os podéis imaginar, quedé empapada. Aquí el viento y la humedad que hay en el ambiente hacen que la sensación de frío sea mucho más elevada. A pesar del remojón, todo se ha arreglado con un cambio de ropa. No os podéis imaginar cómo se agradece la ropa seca y un buen tazón de chocolate caliente... mmmmm… buenísimo.
Ahora nuestra mirada está puesta en el mítico Cabo de Hornos, allí donde el mar se embravece y las olas son enormes y las corrientes muy fuertes, pero nuestra moral está alta. Acabamos de abrir una nueva bolsa de comida y hay cosas buenas para encarar con fuerza la navegación hacia nuestro camino de vuelta a casa.
Bueno, las chicas del Gaes os mandan un fuerte abrazo a todos!
Dee Caffari y Anna Corbella
PD. Sabemos que algunos estáis de semana blanca, aunque también podría haber sido azul. Por este motivo esta semana no hay pruebas a resolver.
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